Fragmento del artículo de Máyer, P. y Pérez-Chacón, E. (Grupo de Geografía Física y Medio Ambiente. Departamento de Geografía, ULPGC), publicado en "Tendencias Actuales en Geomorfología Litoral" (Aportaciones a las 3ª Jomadas de Geomorfología Litoral, celebradas en Las Palmas de Gran Canaria, 28-30 de abril de 2005.)
RESUMEN
El litoral del sur de Gran Canaria ha sido intensamente transformado por las instalaciones turísticas e infraestructuras que, desde 1962, se han realizado. Entre las consecuencias ambientales de este proceso destacan las alteraciones inducidas en los procesos geomorfológicos.
El objetivo de este trabajo es determinar si existe o no relación entre las implantaciones turísticas y el incremento, en las últimas décadas, de los daños producidos por las inundaciones. Para ello se ha realizado un análisis diacrónico entre 1951 y la actualidad, comparando la evolución entre los episodios de lluvia intensa y los daños generados. Los resultados señalan que el reciente incremento de los daños, derivados de las inundaciones, se explica por la forma en que se han realizado los crecimientos urbanos y las infraestructuras turísticas.
INTRODUCCIÓN
Los efectos de las inundaciones en Canarias han centrado el interés de los investigadores en los últimos años (Marzol 2002, Máyer 2003), aunque son todavía escasos los trabajos que tratan este fenómeno en los litorales alterados por el desarrollo turístico. En el caso de Gran Canaria, se ha constatado un incremento progresivo de los daños provocados por las inundaciones en las instalaciones turísticas, por lo que resulta de interés determinar si ello se debe a causas exclusivamente naturales o a una deficiente planificación y gestión territorial. Para realizar este estudio se ha seleccionado el litoral del municipio de San Bartolomé de Tirajana, localizado en el sur de Gran Canaria. En esa costa alternan playas, áreas moderadamente acantiladas y las desembocaduras de numerosos barrancos, así como sistemas mixtos (playa, dunas, lagoon) entre los que Maspalomas destaca por su singularidad y, también, por su problemática ambiental (Hernández et al, 2002). La actividad turística en la zona se inicia hacia 1962, y comprende diversas actuaciones urbanísticas (Hernández y Parreño, 2001) que se suceden hasta la actualidad.
OBJETIVOS Y METODOLOGÍA
El objetivo de este trabajo es determinar si existe o no relación entre las implantaciones turísticas del sur de Gran Canaria, y el incremento de los daños producidos por las inundaciones en las últimas décadas. Para ello se parte de la siguiente hipótesis: si en el periodo estudiado la intensidad de las precipitaciones no se ha incrementado de forma significativa, pero si los daños, habrá que considerar los crecimiento urbanos y las infraestructuras turísticas como inductores de esas pérdidas. El intervalo temporal seleccionado comprende desde 1951, una década antes de iniciarse el desarrollo turístico de la zona, hasta la actualidad.
La metodología se estructura en tomo a dos variables: la precipitación y los daños ocasionados por inundaciones. Para estudiar la primera se realiza un análisis estadístico de la serie de precipitación de la estación pluviométrica que el Servicio Hidráulico de Las Palmas instaló en el faro de Maspalomas (1951-1997), al tiempo que se extraen aquellos temporales en los que se supera el umbral de los 30,0 mm en 24 horas. En este último caso, los datos de esta estación fueron completados con los de El Tablero (1952-2005). Por su parte, para analizar la segunda variable, se identifican y cartografían las áreas en las que se han producido inundaciones en el litoral de la zona considerada. Para ello, así como para la estimación de las consecuencias, se han consultado los expedientes de daños existentes en Protección Civil de la Delegación del Gobierno en Las Palmas, y la prensa local.
RESULTADOS
La lluvia de esta zona litoral es particularmente escasa. La media anual, entre 195 ly 1997, es de 76,5 mm, cantidad que cae en 14 días. Tiene una acusada irregularidad interanual, con un coeficiente de variación de 76,5 mm y una desviación tipo de 58,6 mm. En este sentido, contrastan años donde apenas se registran 8,0 mm (1986) y otros donde se alcanzan hasta 316,7 mm (1953). Uno de los rasgos característicos de la lluvia en este sector es su torrencialidad, pues, aunque ninguna de las 12 medias mensuales supera los 18,0 mm, hay meses en los que esa cantidad se ha multiplicado por 11, como en noviembre de 1954 (203,9 mm). En lo que concierne a la cantidad de agua que precipita el día más lluvioso, lo más frecuente es que tal intensidad esté comprendida entre 20,0 y 40,0 mm.
Las primeras referencias a pérdidas materiales ocasionadas por inundaciones en instalaciones turísticas datan de 1979, aimque las mejor cuantifícadas son las derivadas de los temporales de 2000 y 2001. En el gráfico de la ñgura 1 se han combinado las precipitaciones máximas anuales en 24 horas entre 1951 y 2002, las referencias a los daños y el momento en el que se inicia la construcción de las primeras urbanizaciones turísticas. Resulta curioso que entre 1962 y 1972 la prensa no registre daños, a pesar de que ya se había iniciado la ocupación del litoral y se produzcan algunos temporales. Ello puede deberse bien a un problema de las fíientes utilizadas, bien a que todavía las alteraciones de los procesos geomorfológicos no eran significativas. Sin embargo, lo realmente llamativo es que ya en 1979, y con intensidades de precipitaciones diarias inferiores a 30 mm, se tengan referencias de daños. Éstas se irán incrementando progresivamente en los años posteriores (1984, 1991,2000 y 2001), así como la magnitud de los mismos.
Un breve repaso a las alteraciones producidas sobre los procesos fluviales explica buena parte del incremento de los daños: canalización e impermeabilización de los cauces de barrancos en su tramo final, reduciendo la sección e incrementando la escorrentía; ocupación de lechos de inundación por edificaciones; construcción de viales cortando transversalmente los cauces y sin desagües debidamente dimensionados; realización de paseos marítimos en cotas superiores a la rasante de la desembocadura de los barrancos que actúan como represas; inexistencia de redes de evacuación de aguas pluviales o conectadas con el alcantarillado, que tras saturarse inundan de aguas residuales las playas.
Tras las lluvias de 2000 resultaron afectados 120 apartamentos (250 camas), 1.200 m2 de sótanos, 750 m2 de locales comerciales, y 40 vehículos estacionados en las vías. La valoración de las pérdidas estimada por el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana ascendió a 1.659.574,7 €. Los episodios de enero de 2000 y noviembre de 2001 dejaron entrever, de forma clara, las deficiencias estructurales que presentan esos espacios turísticos, con pérdidas que en el caso de este último episodio, según las valoraciones de daños remitidas a la Delegación del Gobierno para acogerse a las ajoidas previstas en el Real Decreto Ley 1/2002 de 22 de marzo, llegaron a superar los 5,4 millones de eiu-os en el municipio de San Bartolomé de Tirajana.
CONCLUSIÓN
Podría pensarse que el incremento de los daños en las últimas décadas es sólo
consecuencia de la mayor extensión de las urbanizaciones turísticas, o de que nos
encontramos ante un periodo con precipitaciones más intensas, pero la aproximación
realizada pone en evidencia el papel de la deficiente planificación y gestión
territorial que ha caracterizado la ocupación turística de este litoral.
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