Entre los días 28 al 30 de agosto se han producido nuevamente situaciones de peligro en diversos puntos de la costa de Tenerife, que reflejan una vez más el grave error en la política de ocupación del litoral por parte de las construcciones de viviendas y de infraestructuras.
La costa de San Andrés volvió a ver cómo el oleaje del mar de fondo, unido a unas mareas excepcionalmente altas, pueden hacer llegar el agua al interior de calles, viviendas y negocios, interrumpir el tráfico y poner en peligro la seguridad de ciudadanos. En este punto de la costa tinerfeña se produce un fenómeno de reflexión forzada del oleaje que, debido a las construcciones de diversas obras artificiales, han derivado en un encauzamiento del oleaje de forma que alcanza una altura extraordinaria y le permite impactar con mayor fuerza sobre el paseo marítimo, al que se dirige de forma casi directa durante los meses de verano.
En otros puntos del litoral tinerfeño como Radazul o Tabaiba, en el municipio de El Rosario, podemos ver cómo las obras artificiales realizadas durante años para permitir edificar residencias donde antes sólo había acantilados con playas de cayados al pie, se han traducido ahora en inundaciones y embates del oleaje contra los negocios y complejos de baño y de hostelería situados en esos puntos.
Por último, otros puntos de la costa SE tinerfeña como Candelaria y Güimar han sufrido igualmente durante este verano diversos fenómenos de oleaje intenso, en los que podemos comprobar igualmente cómo los paseos, plazas, edificios y escolleras se han ejecutado sin tener en cuenta la existencia de estos fenómenos periódicos.
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